En Wood Fields, el 2 de febrero de 1809. Hampshire (Inglaterra)
Ha pasado más de un mes desde la ultima vez que escribí.
De hecho estoy haciendo un gran esfuerzo por sentarme en mi escritorio y garabatear estas líneas, pero creo que es necesario no abandonar mi diario, ya que durante tantos viajes me ha acompañado y me será muy útil en el futuro, cuando la edad castigue mi memoria.
Al fin y al cabo uno vive de los recuerdos.
¿Cómo resumir todo lo que ha ocurrido desde que escribía sobre mi regreso desde Karlskrona?
¿Debería de comentar cómo el vicealmirante Saumarez exigió que lleváramos a bordo a un guardiamarina de su dotación personal con la excusa de que aprendiera sobre la labor a bordo en una fragata cuando, en verdad, su verdadero fin era vigilar que regresáramos inmediatamente después de llevar el correo?
¿Acaso tendría que relatar la tensión que se vivió a bordo al saber que nadie vería su familia, los intentos de deserción, o los azotes que me vi obligado a repartir con entusiasmo ante las insolencias?
¿Sería necesario que relatara la semanas en Karlskrona, sin otra cosa que hacer que evitar que la fragata se congelase, o nuestra triste celebración tanto de la Navidad como de Año Nuevo, donde tuvimos que comer carne de cerdo reseca tras nuestro fracasado intento de cazar un alce y que terminó con Vicenzo en la enfermería?
¿No sería muy triste relatar como, finalmente, me ordenaron regresar a Inglaterra definitivamente, dejando la Circe en Portmouth, y quedarme por tanto sin mando y en mi casa, sin otra cosa que hacer que mirar por la ventana, tocar el fagot y arreglar torpemente el jardín?
Es mejor no darle mayor importancia y mirar al futuro.
Llevo apenas uno días desde mi regreso de Suecia, y de momento necesito descansar.
Podría ir a Londres para mendigar un destino, pero en estos momentos no me apetece lo más mínimo, y lo único que quiero es estar sentado y mantener la mente en blanco.
Mañana, eso sí, iré a Portsmouth para ponerme al día del estado de la guerra contra 'Boney' .
También me gustaría escribir alguna carta para informar a mis padres o a algún amigo de que no me congelé en Suecia.
Un regreso triste, sin duda.
11 comentarios:
Espero que a "Buenaspartes" se le haya atragantado el queso grouyere. Todo regreso tiene parte de tristeza aunque usted puede elegir que el regreso sea tal vez un paréntesis; todavía quedan muchos marineros que llevar a la enfermería, motines de palabra que sofocar y agua de mar que tragar, lo que ya de por sí es bastante malo. Pero por amor de Marduk, no se me acerque a Londres. He oído que la nieve está haciendo estragos allí. Demasiado hermoso, ya sabe.
Fdo: Gadatas. También conocida como Irdabama, que es algo menos emasculado.
Mis hijos y yo seguimos muy entretenidos su diario, Capitán. Es por demás atrapante.
Un saludo.
Bienvenido de nuevo capitán, espero haya recobrado fuerzas para seguir viviendo aventuras.
Gracias a todos, como siempre, por hacer esta travesía menos solitaria.
Saludos a ambos. Gracias, como siempre, por escribir
Gaudeamus
¿Cómo se puede entender un capitán sin su barco?, es difícil, ¿verdad?
Cielos, no se qué podrá hacer ahora el Capitán sin su bienamada Circe. La crueldad del almirantazgo no tiene límites. En fin, espero que pronto recupere sus ánimos y pueda deleitarnos con nuevas andanzas.
Le agradezco enormemente el haber vuelto a las andadas, he echado mucho de menos el diario en mis lecturas semanales. Que sea para bien, ya que puede ver por las otras cartas que los seguidores de este blog, si no somos legión, seguro que somos cohorte o manípulo.
A su servicio
Sigo enganchado con el diario Capitán.
Un saludo
He cambiado la foto de mi perfil solo para que vea capitan, que yo también soy hombre de mar y que de necesitar un contramaestre pudiese contar conmigo.
Un saludo
Desde luego, don Ángel, es usted la viva imagen de un marinero de primera. Un lujo tenerlo a bordo.
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