martes

Nostalgia

En Woold Fields, el 12 de marzo de 1819

La noche es tranquila y está en calma. Sólo oigo el sonido de los insectos. El cielo está estrellado, sin luna, y observo las constelaciones recitando de memoria sus nombres. A lo lejos oigo el ulular de una lechuza.

Han pasado el frío y las lluvias. Poco a poco el buen tiempo vuelve. Los árboles se tiñen de verde y el campo se puebla de animales silvestres. Mi jardín empieza a recuperar su color, y Vincenzo ha estado toda la mañana trabajando duro para que brille y sea un placer para los sentidos.

He disfrutado de varios encuentros con la señorita Ryall. Han sido placenteros. Nos hemos hecho confidencias y compartido algunas promesas. Es una mujer bella y sobre todo divertida. Aunque algunas noches despierto sobresaltado con el nombre de Lively en mis labios, el pensar en los ojos azules de Mary me reconforta y vuelvo a dormir plácidamente.

Pero añoro el mar. Tantos meses en tierra firme me producen pesar. Echo de menos el sabor de la sal y el viento contra mi cara, al son del silbar de la jarcia y comprobando como esa máquina de madera, vela y casi doscientos hombres se conjugan a la perfección bajo mis órdenes.

Mi mundo se ha reducido a los viajes a Portsmouth para ver a Mary. Me gusta pasear por el puerto, en donde le nombro todas y cada una de las embarcaciones allí amarradas, explicaciones que oye con una sonrisa en los labios. Sé que no le interesan los nombres, pero también sé que tiene suficiente con verme feliz mientras hablo de bergantines y balandras.





También paso tardes enteras en el 'Crown', en donde oigo a oficiales activos que aún viajen por el mundo, y cierro los ojos mientras escucho sus historias, y me imagino de nuevo en el Mar Rojo o echando el ancla en Ciudad de el Cabo.

A menudo pienso en mi suerte. Cuando veo a los veteranos contando sus historias en las plazas por unas monedas apoyándose en bastones o con un parche en el ojo, me siento afortunado de no haber dejado en la guerra alguna pierna o brazo, sólo mi juventud.

Me siento además satisfecho de volver a escribir en estas páginas que son tan importantes para mí, aunque sea cada varios meses. Quizás lo que aquí escribo sirva algún día a alguien para que saque algún provecho de mis experiencias.