martes

Preparativos

A bordo de la HMS Circe, el 18 de noviembre de 1809. En la rada de Spithead (Portsmouth)

Llevo varios días trabajando sin parar y estoy derrotado.

Poner la fragata a punto no está siendo ningún juego de niños, ya que estaba realmente descuidada tras muchos meses sin apenas actividad.
Desde que la abandoné para tomar, algún tiempo después, el mando de la Proserpine, ha estado en la rada de Spithead acumulando carcoma, con una pequeña dotación meramente testimonial y sin que el Almirantazgo le encontrara una utilidad hasta que me ha vuelto a nombrar su comandante.

Tras leer mi nombramiento a bordo, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para no lanzarme al agua y nadar hacia el embarcadero, ya que lo que vi en cubierta no me gustó nada: mirando con gesto de terror, la mitad de los marineros parecían recién sacados de un hospicio para huérfanos mientras que, la otra mitad, auténticos inútiles, estaban borrachos y se dejaban dominar a duras penas por el contramaestre y sus ayudantes, que a mi juicio habían bebido mucho más.
Me hicieron falta muchos azotes, muchísimos, y no limpié la cubierta durante dos días para que la sangre seca sirviera de advertencia y así hacerme respetar. Por ahora parece que funciona, ya que mis hombres trabajan en silencio e incluso hemos tenido tiempo para lavar el 'gato de nueve colas'.

En cuanto a mis oficiales, ayer recibí una carta nada más y nada menos que del teniente Byron, en la que me felicitaba por mi liberación y se ponía a mi entera disposición, ya que se encuentra en tierra, en su casa de Devon, sin destino designado.
Aunque tiene una forma de ser y unas contestaciones que algunos considerarían suficientes para catalogarlas como motín, no cabe duda de que que es un gran marino, lo que unido a que 'más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer' le he contestado instándole a que se presente a bordo cuando sea posible.

Del resto poco puedo decir, ya que aún apenas los conozco, aunque sí me alegra dejar constancia de que vuelvo a contar a mi lado con mi fiel Vincenzo, hombre 'multiusos' (es capaz de servirme al desayuno, limpiarme las medias o acertar desde la cofa a un oficial en el alcázar enemigo con la misma eficacia) y que durante estos meses ha permanecido en 
su granja del Yorkshire, con su esposa y larga descendencia de retoños, a la espera de su vuelta a la mar.
Curiosamente, y sin que no le hubiera puesto al tanto de mi nuevo nombramiento, el día que volvía a la Circe estaba esperándome junto a la falúa, con su saco y cara de pocos amigos habitual, aunque sonrió amablemente cuando me vio, estrechándome con amistad la mano.

Lo más duro está siendo sin duda la batalla diaria para que la Circe no sea la vergüenza de la flota del Mediterráneo, y cuando al jefe carpintero y al contramaestre, acompañado de los marineros más fuertes, hemos estado buena parte de la mañana reunidos con el máximo responsable del astillero, que aunque al principio puso muchas pegas para entregarnos una buena cantidad de velas y vergas, al enterarse de mi nombre quiso saber todo sobre mi aventura en Marsella, por lo que puedo decir que nuestra visita fue óptima.

El aprovisionamiento, con la subida a bordo de enormes cantidades de agua, carne salada, ron, algo de vino, galletas, además de los pertrechos necesarios, la carga de pólvora (de la buena) y balas, todo unido a la puesta a punto del libro del rol, está chupándome la vida poco a poco, por lo que necesito, con urgencia, alguien que me ayude con todo el papeleo, por lo que voy a intentar localizar al señor Davies, que ha cumplido con estas funciones en mis anteriores viajes. Espero que esté disponible.

Ahora subiré a cubierta para proseguir con el trabajo, y además tengo que volver al astillero pues necesito aceite para untar los cañones, que no han sido disparados desde hace mucho, y no quiero que ocurra una desgracia en las primeras prácticas de tiro, las cuales pondré en marcha en cuanto me sea posible.

5 comentarios:

SANTIAGO dijo...

¡Qué alegría! Ya casi noto el viento en la cara y el salitre en los labios. Con su permiso.

Náufrago dijo...

Querido capitán, me alegra comprobar que su mente y su cuerpo vuelven a estar entretenidos.

marbu dijo...

Hola capitán, vengo del blog de otro capitán "Tormentas" y si a Vd. no le importa seguiré la idas y venidas de ese oficial de la Royal Navi.
¡¡Ahhh!! Cuidado con esos cañones, no se vayan a disparar!!!!
Será un placer leer sus relatos.
Saludos

pcbcarp dijo...

Joé, que historia tan interesante. Encantado de haberte encontrado

Capitán Tormentas dijo...

Mi querido capitán todas las semanas me paseo por las tablas portuarias, y echo un vistazo a su alcázar, por si acaso un fallo de esta bendita tecnología no me actualizara las páginas de su bitácora, y la HMS Circe parta sin mí, deseoso como estoy de hacerme a la mar a través de su pluma. Anímese comandante y regálenos una nueva entrega de su diario para empezar el año.
Un saludo caballero, y Feliz año