miércoles

Regreso a bordo

En Portsmouth, el 3 de junio de 1815. A bordo de la HMS Circe.

El mundo gira. Todo vuelve. Es un hecho que marcha la condición esférica no sólo de nuestro mundo, sino también del Universo. Si partes de un punto, es probable que tras una extraña travesía vuelvas al mismo punto de partida.

Hace meses me veía fuera de la Royal Navy, retirado en mi casa de Wood Fields tras mi accidente en aguas del río Adour cuando intentábamos asaltar Bayona para continuar con la marcha de nuestro ejército hasta París.

De eso han pasado ya meses y días de sufrimiento, en cama, debatiéndome entre la vida y la muerte. Una vez superada esta última, apenas podía valerme con dificultad por mí mismo, un anciano prematuro en mi hogar, abandonado por casi todos (menos mi fiel criado, Vincenzo) y viendo pasar el tiempo con impotencia y frustración.

Pero cual ave fénix vuelvo a estar en forma. Paseos por el campo, baños de sol y aire fresco, sintiendo cada vez menos dolores en mi dañada espalda han servido para verme, a día de hoy y contra todo pronóstico (empezando por mí), en el cabina de la HMS Circe, escribiendo en mi diario en una pausa de la revisión de los documentos sobre el aprovisionamiento de agua y pólvora.

Aunque cobraba mi pensión por oficial retirado, todo cambió cuando saltaban todas las alarmas debido a una noticia que recorrió toda Europa, de norte a sur y este y oeste: la huida de Napoleón de su 'prisión' en la isla de Elba, concretamente en febrero.

Las fuerzas aliadas, que prácticamente habían vuelto a romper sus alianzas y retirado sus tropas y flotas de los principales escenarios de guerras y batallas, han puesto de nuevo toda la 'carne en el asador', sobre todo porque Napoleón llegó a Francia de forma triunfal, con cientos de miles de hombres a su servicio, incluyendo los de su antiguo mariscal de campo, Michel Ney, que salió a interceptar al corso pero que se encontró con la fidelidad de sus hombres al emperador.

Es por eso que la Royal Navy ha vuelto a lanzar sus barcos al mar, y a la HMS Circe se la ha destinado a labores de apoyo en el puerto de Brest. A mi juicio, muy personal, es poco menos que una tontería, ya que a 'Bueno-en-parte' no le queda flota que comandar, con sus mejores navíos en puerto, llenos de carcoma y de rincones silenciosos. 
"(...) de nuevo en la cabina de mi querida Circe (...)"
Pero toda excusa es buena para volver a disfrutar de la brisa marina, de la espuma en la cara y del viento en la jarcia.
Me siento como un guardiamarina en su primer destino, tanto que apenas he sufrido dolor al escalar hasta cubierta desde la falúa, siendo recibido con todos los honores por mis hombres, muchos de ellos antiguos tripulantes.

De nuevo en la cabina de mi querida Circe, no he podido dejar de acariciar sus viejas maderas como si terciopelo se tratase y he mirado extasiado por el ventanal el puerto de 'Pompey' como si del mismo paraíso se tratase, extasiado ante el panorama de naves de todo tipo y porte, un manto de madera y agua.

Quizás todo se trate de una cortina de humo. La guerra no será larga y por tanto mi futuro como capitán de navío es incierto. 
Más allá de las colinas me aguarda la soledad de mi casa de Wood Fields, en donde nadie me espera en el dintel de la puerta, con un buzón vacío de cartas inexistentes de amores y amigos que se esfumaron en la bruma del atardecer de la vida en la que me encuentro.

Pero la vida, y la felicidad, es un momento, y éste, a bordo de mi barco, es el mío, y ya nada ni nadie me lo arrebatará. 

2 comentarios:

SANTIAGO dijo...

Buena mar capitán. No nos olvide

Hagakure dijo...

Me alegro de su restablecimiento y que esté de vuelta Capitán Daniels.
Un saludo.

Hagakure de Hislibris.