lunes

Prescindible

En Southsea Beach, el 13 de abril de 1820

Observo ante mis ojos el mar. Aquí, en la playa, hace frío. El agua es de color verde, con pequeñas olas con flequillos de espuma y algunas velas van y vienen por el horizonte, e intento adivinar de dónde vienen y hacia dónde van.

Escribo en mi diario mientras observo este paraje onírico. Cuando llegue mi momento y cruce el velo gris, espero encontrarme al otro lado un lugar así, y pasar el resto de los días sintiendo únicamente la brisa en la cara y el olor de la sal.

Pasan los meses y los años y la sensación de soledad va siempre en aumento. Apenas recibo cartas en mi casa, y paso los días dando largos paseos cruzándome con rostros anónimos en los caminos.

Quizás uno de los mayores dolores en la vida es esa sensación de ser prescindible. En primer lugar el haber sido dado de baja de la Armada Real fue un disparo directo a mi corazón. Me sentía completo en el alcázar de un navío, al mando de unos cientos de hombres y teniendo como objetivo avistar una vela en el horizonte. Ahora todo eso ha pasado. Mi uniforme se pudre en el armario y el óxido invade mi sable. 

La sensación de ser una persona prescindible también se extiende a aquellas personas que fueron algo en mi vida y que por voluntad propia o ajena dejaron de serlo. Amores y amistades perdidas, por errores o simplemente circunstancias del destino. ¿Pensarán en mí como yo pienso en ellos, o he sido borrado de su mente, como un mal sueño?





Sí, no hay duda de que mi relación con Mary aleja esos fantasmas del pasado, pero cuando ella duerme a mi lado y la oscuridad lo cubre todo, siento cómo se mueven entre las sombras, no terminan de irse, y mi alma se sobrecoge en busca de respuestas. 

Allá a lo lejos veo aparecer las velas de un buque de 74 cañones. Estoy casi seguro de que se trata del 'HMS Ajax'. La niebla casi lo cubre, y si fuerzo la mirada puedo distinguir a los gavieros tomando posiciones.

Me siento cansado. Cada vez que me cuesta más escribir en este diario, porque cada palabra es como una confesión.

Cerraré los ojos y descansaré.